jueves, 28 de julio de 2011

UNA REALIDAD QUE LASTIMA EN EL BOLSÓN






VANDALISMO CULTURAL

Desde un tiempo a esta parte se registran en El Bolsón hechos de vandalismo que sin pudor ni límites atentan contra obras de nuestro patrimonio cultural. Un entretenimiento incomprensible y reiterado de autores ignorados que producen desmanes sin control y con total impunidad de frente a una sociedad que pareciera no importarle demasiado. Al menos no se conocen denuncias sobre los hechos puntales abajo descriptos.

Como los casos que, marchas de reclamo mediante, para ser oídos provocaron destrozos materiales. Huellas que se reflejan en paredes de oficinas públicas y frentes privados con “pintadas” y “escraches”. Método que los descubre ingenuos más que ingeniosos por lo soez en sus frases (con errores ortográficos).

A continuación, algunas de esas reiteradas acciones ameritan la atención de todos por la violencia que manifiestan los hechos. El corte y robo de “El Duende”, talla que desde hace años era ícono de guías y caminantes al río Azul o a la Cabeza del Indio. Obra de Nacho Uriarte, conocido joven deportista y artesano de la madera que dejó su sello como recuerdo. Pintores desenfrenados empecinados en tapar con pintura negra el cartel del Concejo Deliberante de El Bolsón, escudo que identifica El Bolsón; símbolo que fue creado por concurso y realizado por Germán Kunush, un joven de la localidad. El cartel tallado que identifica la sede legislativa que varias veces sufrió el embate, obra de Alejandro Graham, otro artista local. Que como si fuera poco, arrancaron la estructura y la tiraron. Igual suerte corrió el cartel de la comisaría.

Continúa la saga de daños sistemáticos con carteles en la vía pública, viales y señalización turística de la zona, especialmente Mallín Ahogado; puntualmente la identificación del Museo de Piedras Patagónicas (varias veces repuesto). La secuencia sigue con ignotos “grafiteros” que cargan con pintadas al obelisco de plaza España. Escritores libres que usan la base del mástil de plaza Pagano; otra más del haber: las pintadas en paredes y puertas de la parroquia local como en los frentes de conocidos comercios.

Le siguen los incendiaros de contenedores de residuos de plaza Líbano. Los destrozos del cartel de Casa de la Cultura; los colgadores de calzones y corpiños en el mástil central; los taladores que continúan su marcha derrumbando árboles del patrimonio urbano y especies de la reserva municipal y áreas protegidas.

Pero el hecho motivador de la presente son: los artistas anónimos que pintaron la cruz del Cerro Amigo (antes de madera y de tantos atentados, vecinos sensibles del pueblo la construyeron de material). Un símbolo universal que sintetiza el dolor de las víctimas de la violencia del poder que equivale, más allá de las argumentaciones teológicas, al dolor en sí de la humanidad que estos artífices de la maldad profanan sin piedad. Una bestial cultura contra el patrimonio del pueblo, increíble en un lugar donde “nos conocemos todos”.

Debería ser esto un llamado a reflexionar sobre personajes que malgastan horas de sus vidas en ese extraño pasatiempo, cóctel hostil producto de la ociosidad y el ostracismo cultural y social que podría estallar con mayor impacto. Fanáticos sectarios sin sentido que cohabitan, gracias a Dios, en una sociedad donde pasan inadvertidos los inadaptados, quizás por la misma indiferencia que les da lugar a su accionar impune.

Mahatma Gandhi expresaba: “lo que se consigue con violencia solo se sostiene con violencia”. Una realidad que invita a discernir sobre lo bueno y lo malo para saber distinguir lo justo de lo violento. Sólo trabajando en conjunto ayudaremos a erradicar la desaprensión social instalada entre nosotros como hechos cultural.

Angel Daniel Morales

No hay comentarios:

Publicar un comentario